¿Cómo nutrimos al cuerpo de Cristo desde el púlpito?

 



Para responder esta pregunta, vayamos a 2 Timoteo 4:1-4

 

"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas"

 

Hay una comisión dictada en el versículo 1, “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo” esto quiere decir que nuestro Señor está observándonos a todos, está observando al predicador, una responsabilidad que está siendo depositada en sus manos y debe tener temor al exponer su Palabra.

¿Por qué Pablo dice que “vendrá un tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina? La respuesta es que el predicador debe exponer lo que Dios quiere decir mediante su Palabra, complacer a Dios, no complacer a los hombres, los pecadores no toleran las verdades descritas en la Palabra, aquellas que lo confrontan con su realidad, por el contrario, buscan aquellas predicaciones que lo conforten y le hagan sentir paz, pero el predicador debe exponer lo dictado por Dios, debe ser como aquel mesero que no condimenta, ni sazona un platillo que viene de la plancha de la cocina al plato del comensal, el predicador es un mesero que simplemente sirve el platillo tal como el chef lo preparó.


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