¿Debe un creyente aconsejar a otro creyente psicológicamente?
El problema de un pastor o creyente al aconsejar a alguien psicológicamente es que las personas creen que su problema es psicológico y no espiritual y entonces en su intento de resolver el problema pasan por alto a Cristo y la Biblia y recurren a remedios farmacéuticos o a ideas y conceptos seculares de la psicología, comienzan a ver a Cristo como un medio para edificar su autoestima, liberarlos de la codependencia, o satisfacer sus necesidades de ego. También llegan a pensar que la solución a su problema es humanista, y se encuentra en ellos o preferiblemente en expertos humanos.
Se debe entender que el consejo psicológico no es el consejo bíblico. El surgimiento de la psicoterapia y el derrumbe de consejería bíblica, como lo menciona el Pastor John MacArthur en su libro “Cómo aconsejar bíblicamente” se debe a la declinación de la predicación bíblica, “Nociones de la psicología como el amor propio y la autoestima han desplazado de los púlpitos los conceptos de arrepentimiento y pecaminosidad de la humanidad”.
El creyente y el pastor deben confiar en que las Escrituras ofrecen ayuda suficiente aún para las necesidades más oscuras del corazón humano.
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